Un Silencio Ensordecedor: La Rendición de Cuentas que Olvidó a los Sordos

Una sombra de tristeza se cierne sobre Santo Domingo Este. La reciente rendición de cuentas del alcalde, un evento que debería haber sido un espacio de inclusión y transparencia, se convirtió en un doloroso recordatorio de la exclusión que aún sufren las personas sordas en nuestra sociedad.  La ausencia del lenguaje de señas no fue un simple descuido, fue una bofetada a la comunidad sorda, una señal de que sus voces, sus necesidades, sus derechos, siguen siendo ignorados por quienes ostentan el poder.  ¿Cómo podemos hablar de progreso, de desarrollo, de una ciudad para todos, cuando una parte significativa de nuestra población queda relegada a la invisibilidad?

La inclusión del lenguaje de señas no es un gesto simbólico, es una obligación moral y legal.  Es el puente que permite a las personas sordas acceder a la información, participar plenamente en la vida cívica y ejercer sus derechos como ciudadanos.  Negarles este acceso es negarles la posibilidad de comprender lo que sucede en su comunidad, de participar en las decisiones que les afectan, de ser verdaderamente parte de la sociedad.  ¿Cómo podemos hablar de marca ciudad, de igualdad, de justicia social, cuando cerramos las puertas de la comunicación a una parte de nuestra población?

La tristeza se profundiza al constatar que ninguno de los proyectos presentados durante este primer año de gestión del alcalde de Santo Domingo este, ha contemplado las necesidades de las personas con discapacidad, incluyendo a la comunidad sorda.  Se han remozado parques, se pavimentan calles, se implementan programas sociales, pero ¿para quién?  Si estas iniciativas no son accesibles para todos, entonces no son para nadie.  La inclusión no es un añadido, es la esencia misma de una ciudad inclusiva para todas y todos. 

La exclusión de la comunidad sorda en la rendición de cuentas es una llamada de atención, un llamado a la reflexión, un llamado a la acción. No podemos seguir permitiendo que la sordera sea sinónimo de silencio, de invisibilidad, de marginación.  Es hora de que el alcalde y su equipo rectifiquen, que asuman su responsabilidad y que trabajen para construir una ciudad verdaderamente inclusiva, donde todas las voces sean escuchadas, donde todos los ciudadanos tengan la oportunidad de participar y de contribuir al desarrollo de nuestra SANTO DOMINGO ESTE. 

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