La propuesta de la Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales (SISALRIL) de implementar un nuevo modelo de per cápita diferenciado por riesgo parece, en el papel, un paso hacia la equidad en el sistema de salud. Pero cuando miramos más de cerca, lo que se dibuja es un escenario donde las ARS más pequeñas podrían desaparecer, y las más grandes consolidarían aún más su dominio del mercado.
¿Qué está en juego?
Hoy en día, todas las ARS reciben el mismo monto por afiliado, sin importar el perfil de riesgo. El nuevo modelo busca que quienes atiendan a poblaciones más vulnerables (adultos mayores, personas con enfermedades crónicas, etc.) reciban más dinero. Suena justo. Pero aplicado sin una base técnica sólida ni equilibrio regulatorio, podría:
-
Llevar a la quiebra a las ARS pequeñas:
Se advierte que al menos 6 ARS cerrarían de inmediato, y otras en el corto plazo. No por ineficiencia, sino porque sus carteras están compuestas por jóvenes y personas sanas. El nuevo cálculo las penaliza por haber operado bien bajo las reglas actuales. -
Provocar despidos masivos:
Cierre de empresas significa pérdida de empleos en todo el ecosistema de salud: desde médicos auditores hasta personal administrativo y de atención al cliente. -
Consolidar un oligopolio:
Si solo sobreviven tres o cuatro ARS grandes, perdemos competencia. Y sin competencia, bajan los estándares de servicio, aumentan los copagos, y el afiliado pierde poder de decisión. -
Crear una falsa equidad:
Basar el riesgo únicamente en edad y sexo, sin considerar el perfil epidemiológico real, no es técnica ni éticamente aceptable. Se excluyen variables clínicas clave, y se fomenta la discriminación encubierta.
Pero hay algo más grave aún: los temas que se ignoran.
Antes de hablar de redistribuir la cápita para favorecer a las grandes ARS, el sistema tiene deudas urgentes que no se están tocando:
-
La cápita actual está desactualizada hace más de 26 meses, sin ajustes por inflación acumulada, violando resoluciones del CNSS como la 553-02, 563-01 y 581-03.
-
No se han establecido precios de referencia para medicamentos.
-
No se permite todavía la prescripción por medicamentos genéricos, lo que aumenta el gasto de bolsillo de los afiliados y deja intacto uno de los grandes negocios del sistema.
Entonces, ¿por qué este silencio selectivo?
¿Por qué las ARS grandes no han reclamado el aumento de la cápita, sabiendo que está pendiente desde hace más de dos años?
Porque saben que la reforma que viene las favorece: recibirán más por sus afiliados de alto riesgo, consolidarán más recursos, y no tendrán competencia significativa.